viernes, 30 de abril de 2010

Los ojos de aquella mujer estaban siempres llenos de lágrimas inacabadas. Gordito y jobial, nunca olvidaría aquel rostro de implacable belleza. Abrasada por el dolor, recordaba aque último beso melancólico y abandonado. Silencio global, oscuridad glacial en la que vivía. Mi última palabra: OLVIDO.

martes, 20 de abril de 2010

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angol, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto
mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

lunes, 19 de abril de 2010

viernes, 9 de abril de 2010

Cada vez busco más momentos para pensar. No leo, como mucho e intento inhibirme a situaciones que conlleven relaciones sociales que inciten en mí alteraciones. La mayoría son de ansia por huir. No morir, huir. El pasado seguirá siéndolo y el presente es paulatinamente rechazado por el organismo que aún -a pesar de los conflictos psicológicos- me mantiene alive.
Huir como lo hizo Romeo pero no para salvar un amor, para olvidar la catástrofe. Morir como Julieta -exactly- en la "primera vez", si es que se determina muerte, porque no quiero fingir. Y con esto no me refiero a que quiera huir en muerte.

jueves, 8 de abril de 2010

Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.
Me siento tan pequeña. Pequeña y vulnerable en una forma absoluta. Sólo quiero esconderme bajo un banco. Todo movimiento genera en mis adentros una catástrofe imparable de emociones desdichadas. Neruda, necesito tus palabras. Quiero escapar again. Mi cara se torna colorada por la fricción del agua que se sitúa en mis ojos. Es inexplicable lo mucho que pueden herirme un par de horas cuya soledad es totalmente existente en tal sentido que anhelo huir para ser la culpable verídica de ello. Morir. Morir es fácil. Estar es triste. Quiero escapar con otro, y fingir que no existió tal pasado infeliz. Necesito inabstinencia de amor, y dureza. Estabilidad, tal como la clase de Biología de hoy. Todo parece rodear con propósito "coherente" la mala suerte. Dramático, no? Qué soñadora. Pesadillas.

miércoles, 7 de abril de 2010