lunes, 23 de mayo de 2011

Ruidos. No es que no quiera oír más, pero los ruidos me aturden. Siento una punción infinita dentro de mí. ¿Podrían explotar mis oídos? ¿De dónde provienen? Me azoran, destruyen mi ser y mis cosas. Me aplastan, me condenan. Encerrada en este mundo de ruidos, sin descanso. Quisiera huir, pero el sonido me azoga, y no puedo escapar. Torturan cada vena que hay en mí, como una cuerda. Y tal vez hasta jueguen con mis nervios. No puedo llorar, el llanto aturdiría por completo mis oídos, los debilitaría hasta que fueran capaces de estallar. Y si mis partes se esparcirían por doquier, alguien vería aquella horrorosa situación semejante a una terrorífica y sangrienta película. No puedo soportar más este dolor. Me agita, me inmoviliza, y me corta por dentro, por fuera. Tengo una terrible convulsión imaginaria de la que no puedo despertar. Y es entonces cuando el sueño se vuelve real, y puedo sentir cada detalle, y cada aguda nota de la soledad.

No hay comentarios: