domingo, 29 de mayo de 2011

Como cuando te agarra un ataque y escribís todo lo que pensás. Cada palabra fluye por el teclado y no entendés por qué, ni esperás que los demás entiendan. No te importa, sólo querés transmitir algo a alguien indestinatariamente, lo dejás a criterio del destino. Y cuando esa persona se presenta creés que es la indicada, pero resulta que después de un montón de tiempo, de anécdotas, de enamoramiento y de felicidad, te das cuenta de que esa persona a la que te llevó, supuestamente, el destino, no es la que realmente la que te hace fluir la enfermiza sangre por las drogadictas venas. Y resulta ser que después de tanto tiempo te das cuenta de que nada tiene sentido, o que todo lo tiene, y que cada vida es un sorete con diferente aroma, como la política y su poder. Y por ello no tiene sentido estar alive, y que la única razón, lo único que te mantiene en la racionalidad es esa persona que te destruye y abarca todo en vos, todo lo malo, todo lo bueno y doloroso.

miércoles, 25 de mayo de 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

Ruidos. No es que no quiera oír más, pero los ruidos me aturden. Siento una punción infinita dentro de mí. ¿Podrían explotar mis oídos? ¿De dónde provienen? Me azoran, destruyen mi ser y mis cosas. Me aplastan, me condenan. Encerrada en este mundo de ruidos, sin descanso. Quisiera huir, pero el sonido me azoga, y no puedo escapar. Torturan cada vena que hay en mí, como una cuerda. Y tal vez hasta jueguen con mis nervios. No puedo llorar, el llanto aturdiría por completo mis oídos, los debilitaría hasta que fueran capaces de estallar. Y si mis partes se esparcirían por doquier, alguien vería aquella horrorosa situación semejante a una terrorífica y sangrienta película. No puedo soportar más este dolor. Me agita, me inmoviliza, y me corta por dentro, por fuera. Tengo una terrible convulsión imaginaria de la que no puedo despertar. Y es entonces cuando el sueño se vuelve real, y puedo sentir cada detalle, y cada aguda nota de la soledad.